pensamientos

Relatos de una cuarentena

La escritura ha sido una herramienta que me ha acompañado en momentos difíciles de mi vida, dejar fluir mis sentimientos al compás del teclado para que se vacíe todo eso que tan atorado tengo en el pecho y que la verdad considero es algo muy terapéutico.

En esta ocasión no es la excepción, ha sido una etapa muy difícil, ¿quién iba a imaginar que el mundo colapsaría de esta manera y nos forzaría a resguardarnos? Fue un golpe bajo en un abrir y cerrar de ojos.

Ya van casi 3 meses estando en cuarentena y se ve que todavía falta mucho pero durante este tiempo ha sido un maremoto de emociones que la verdad no sé ni por donde comenzar.

Al inicio, entre el proceso de intentar entender lo que estaba sucediendo, en la angustia porque mi pareja perdió su trabajo, sentirme incierta de ¿qué iba a pasar con el mío? Porque vaya que en el colegio nos empezaron a demandar muchísimo y nos tenían en chinga todo el día, supuestamente estábamos de vacaciones pero en realidad andábamos en capacitación para regresar a clases virtuales y la verdad ni descansaba por la ansiedad, luego súmale el estrés de las deudas y fue en ese momento donde sentía que el mundo se me venía abajo, pero es bien dicho que hablando se entiende la gente. Así fue como logré hablar con la casera y acordó en echarme la mano ese mes con la renta, así también recurriendo al apoyo de los bancos para pausar los créditos, poner horarios establecidos del trabajo y vaya que eso fue quitarme kilos de estrés de encima.

Conforme pasaban los días comencé a sentir gusto por el encierro, disfrutaba levantarme un poco más tarde, hacer un poco de yoga, echarme un tesito, bañarme y tener todo en orden para a las 8am encender la laptop y comenzar mis clases en línea, entre clase y clase revisaba contenidos para así desconectarme a las 2pm de la chamba, hasta tenía tiempo de ponerme a tocar guitarra o simplemente ver Netflix. La verdad comenzaba a disfrutar de ese estilo de home office, tenía más tiempo con mi novia y aprendíamos a respetar nuestros tiempos, porque vaya que eso también ha sido todo un reto.

Me encantaba ver como ella comenzó a dedicar tiempo para hacer lo que le gusta y se emocionaba con cada logro obtenido, aparte también fue bueno porque logramos asentar un proyecto que teníamos ya desde hace tiempo y ha sido divertido ver crecer nuestro canal poco a poco. Asimismo dedicarle tiempo a nuestro huerto (que también ya llevábamos tiempo queriendo empezar y nomas nada) y lo más rico que teníamos el tiempo de experimentar en la cocina para luego empacharnos sin culpas porque nos justificábamos con que la cuarentena esto o aquello. Todo comenzaba a verse color de rosa, ya le estábamos agarrando cariño.

Pasaban los días y la frustración de no salir aumentaba, no soy una persona de quedarse quieta, me encanta andar del tingo al tango y la verdad me causaba mucho enojo ver que la cuarentena se extendía más y más, intentaba entretener mi mente pero la verdad habían muchos días donde no quería ni levantarme, el tener que dar clase y ver a mis alumnos aunque fuera a través de una pantalla me ayudaba muchísimo. Luego también los días donde no me entendía con mi novia y era pleito seguro, aunque fuera la frustración hablando, eso también me ayudo a entender que no podía dejar ese sentimiento dominarme o me iba a hacer perder la razón.

Y ahí fue donde comencé a afrontarme a mi misma, a darme cuenta de que era hora de volver a mi, que siempre ando por la vida viviendo el aquí y el ahora como si tuviera el mañana seguro, era chocar contra todo eso, ver donde estaba parada y si realmente ASÍ y AHÍ quería seguir. La vida me estaba dando una lección y al inicio me rehusaba a escuchar, estaba siendo demasiada egoísta pensando en mi sufrir por no salir al parque o al cine, pero no me detenía a pensar que el planeta nos estaba exigiendo un cambio, que necesitamos cambiar porque lo “normal” nos ha ido destruyendo.

Sabemos que un cambio verdadero no se puede hacer de la noche a la mañana, pero las pequeñas acciones son las que pueden ir aunando. Entender que tengo que hacer cambio de hábitos, de ser consciente y darme cuenta de cómo consumo, cómo me alimento no solo físicamente sino mental y espiritual.

La vida es muy sabia, te va mostrando por donde debes de ir aunque no nos guste, aunque nos duela y nos incomode, tenemos que observar, entender, comprender, escuchar pero sobretodo tener humildad, para poder generar un cambio.

Siento que ahorita estoy en el proceso de asimilación… aún tengo mucho camino que recorrer, pero ahí voy, observándome, entendiéndome, abrazándome y siendo agradecida por lo que tengo y mucho más por las personas que han sido mi apoyo durante esos días difíciles, es impresionante como un simple abrazo de ella me ayuda a traer paz o una videollamada con mis amigos me aliviana el día, así es la vida, llena de sorpresas, unas nos encantan y otras nos enseñan.

Y así es como voy en este encierro, con las emociones todas alteradas pero con el corazón en la mano dispuesta a aprender.

1 thought on “Relatos de una cuarentena”

Leave a comment